QAMASA Digital.-   En Bolivia, la población envejece a un ritmo acelerado. Las proyecciones indican que para 2050, una de cada cinco personas tendrá más de 60 años, según el informe del LACNIC sobre inclusión digital en adultos mayores. Este fenómeno, conocido como “economía plateada”, plantea nuevos desafíos y oportunidades: repensar productos, servicios y políticas públicas adaptadas a una población longeva, activa y con capacidad de consumo. Sin embargo, para miles de mujeres mayores en el país, envejecer sigue siendo sinónimo de exclusión, precariedad y silenciamiento.

Históricamente, muchas de estas mujeres han trabajado en la economía informal, sin acceso a aportes jubilatorios ni protección social. Al llegar a la vejez, se encuentran con ingresos limitados, escaso acceso a la tecnología y servicios financieros que no contemplan sus necesidades. A esto se suma una profunda brecha de género: según el PNUD, la mayoría de las mujeres bolivianas adultas mayores carecen de productos de ahorro o crédito formales y enfrentan obstáculos para utilizar herramientas digitales como la banca móvil o billeteras electrónicas.

Esta desigualdad no sólo condiciona su presente, sino que limita las oportunidades económicas acumuladas a lo largo de toda su vida laboral.

Un proyecto pionero con enfoque de género

En este contexto, Pro Mujer -organización que lidera el avance hacia la igualdad de género en América Latina desde hace 35 años-, en alianza con BID Lab, acaba de lanzar en Bolivia el proyecto Mujeres Plateadas, una iniciativa que busca transformar la realidad de las adultas mayores desde la inclusión financiera y digital. A través de un enfoque integral, el programa está orientado a mujeres entre 60 y 70 años, integrantes de organizaciones sociales como la Casa del Adulto Mayor o la Universidad del Adulto Mayor, por citar algunas.

El proyecto se implementará durante 18 meses y beneficiará a más de 1000 mujeres en distintas regiones del país. Uno de los pilares centrales de la propuesta es adaptar los servicios financieros tradicionales a sus necesidades reales. Para ello, se desarrolló un estudio que permitió identificar un “arquetipo de beneficiaria” con el fin de comprender sus características, motivaciones y frustraciones frente al sistema financiero.

A partir de ese diagnóstico, Pro Mujer inició el rediseño de distintos instrumentos y herramientas financieras, incorporando principios de accesibilidad e inclusión. También se está trabajando en la habilitación de un canal para el pago de la Renta Dignidad y las jubilaciones directamente en sus agencias, lo que evitará traslados innecesarios y filas en entidades bancarias.

Otro componente clave es la alfabetización digital y financiera. El proyecto prevé capacitaciones presenciales en “Rincones Digitales”, donde las mujeres recibirán acompañamiento personalizado para aprender a utilizar la banca móvil, prevenir fraudes digitales y gestionar sus finanzas. Este acompañamiento no es sólo técnico: se trata también de recuperar la confianza y el empoderamiento económico en una etapa de la vida históricamente olvidada.

Además, el programa ofrecerá asesoría técnica a aquellas que ya tienen o desean iniciar un emprendimiento, brindando herramientas prácticas para que puedan sostener y escalar sus negocios, muchos de los cuales representan su única fuente de ingreso.

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